miércoles, 29 de agosto de 2012

La Felicidad viene de nuestro Dios


“La felicidad verdadera no depende de cosas externas. La laguna recibe alimento de su interior. La felicidad que realmente importa es la que se origina de experiencias marcantes en su vida. Debe cultivar en su corazón las cosas buenas de la vida si quiere tener una felicidad duradera.
Debe llenar su mente de pensamientos e ideas positivas. Una mente vacía busca placeres sustitutos para la felicidad.” (William Lyons Phelps, parafraseado por Paulo Barbosa)
¿Dónde buscaremos a tan soñada felicidad? ¿En el dinero? ¿En un coche de lujo? ¿En los placeres mundanos? ¿En un cargo de destaque en una gran empresa? ¿Podríamos tener felicidad en alguno de eses lugares?
La felicidad necesita estar en nuestros corazones. Es ella que debe impulsarnos para los placeres de la vida. Si somos felices, nos contentamos con el dinero que tenemos, con el coche que poseemos, con la casa donde vivimos. Un coche importado no nos servirá si no hay felicidad en nuestros corazones. Una casa en la playa estará por demás si nuestra alma está tomada de angustia y aflicción. Mucho dinero en el banco no significa que viviremos sonrriendo en cualquier situación. La felicidad de los bártulos materiales no es la verdadera felicidad que todos nosotros anhelamos.
Feliz es quien tiene Jesus en el corazón. Feliz es quien camina bajo la dirección del Señor. Feliz es quien necesite de un amigo y lo encuentra en Cristo. ¡Ésa es la verdadera felicidad! Todo lo de más viene como consecuencia.
¿Ha corrido atrás de la dicha o ya comprendió que ser feliz es vivir seguro con Jesus en el corazón? Es la verdadera felicidad y el mayor tesoro que uno puede poseer.
Escrito por: Paulo Barbosa

miércoles, 22 de agosto de 2012

Usted no tiene por que caer siempre


Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. – 2 Pedro 1:10
“No caeréis jamás”. Cuando piensa en eso, esa es una declaración sorprendente, ¿no es verdad? Él diablo nos ha hecho tropezar tantas veces a la mayoría de nosotros que no nos gusta ni pensar en eso.
Pero la Palabra de Dios dice que no tiene que ser de esa manera. Dios dice que hay algo que nos puede mantener firmes. ¿Qué es? Afirmar nuestra vocación y elección.
Si no se ha afirmado, necesita comprender cuán importante es. Necesita enfrentar el hecho de que no puede vivir una vida de victoria sin afirmar su vocación.
Usted no puede permanecer fuerte en la Palabra de Dios sin tomar su Biblia durante la semanaHacerlo sólo el domingo por la mañana no va a surtir ningún efecto. Sin embargo, la mayoría de los creyentes tratan de subsistir con eso. Precisamente por eso tenemos miles de iglesias por todo el mundo llenas de gente nacida de nuevo que no tienen suficiente fe ni para matar un mosquito. No se han afirmado.
Recuerdo hace varios años cuando ministraba a una dama que fue sanada de cáncer. Ella se había empapado de la Palabra, había tomado una postura de fe, y había sido liberada. Pero varios años después, me llamó y me dijo: “Hermano Copeland, me gustaría que orara por mí. Él cáncer ha vuelto otra vez”.
Ahí mismo recordé el versículo que el Señor nos había dado para prevalecer en años atrás:“Ninguna arma forjada contra ti prosperará”. Por lo tanto le dije: “Traiga su Biblia y vamos a Isaías 54:17″. Al fondo podía oírla susurrándole a otra persona en la habitación: “¿Dónde está mi Biblia?” Cuando escuché eso, casi lloré. Sabía que ella no lo iba lograr. ¿Por qué? No había procurado afirmarse.
Escuche, esto es un asunto diario. Él diablo ronda las 24 horas del día maquinando maneras para hacernos caer. Jesús está en el trono 24 horas al día dándonos poder para resistir al diablo, y nosotros necesitamos estar ejercitando nuestra fe todo el tiempo.
Si quiere perseverar en los días venideros, va a necesitar más que la fe de la Escuela Dominical. Va a necesitar fe madura, que mueva montes, y sólo hay una manera de adquirirla: dedicarse a la Palabra con más firmeza de lo que lo ha hecho.
Sea pronto para hacer firme su vocación y elección; y no importa lo resbalosa que se ponga la situación, ¡usted no caerá jamás!
Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. – 2 Pedro 1:10

sábado, 18 de agosto de 2012

Como recibir un milagro de Dios


Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. –Romanos 10:10
¿Necesita usted un milagro? Entonces, créalo, confiéselo y recíbalo.
“Pero, Gloria, yo no sé si pueda hacer eso”.
Sí, ¡usted puede! Ya lo ha hecho. Cuando hizo a Jesucristo el Señor de su vida, usted creyó en el mayor milagro del universo, lo confesó y lo recibió: el milagro de un espíritu renacido. Cualquier otro milagro que usted reciba vendrá de la misma manera.
Se empieza por renovar la mente y el corazón creyendo lo que la Palabra de Dios dice en cuanto a la necesidad en particular que uno tenga. Muchos tratan de pasar por alto este paso. Tratan de creer que van a recibir su milagro pero no se toman el tiempo para que la Palabra transforme su mente y su corazón; solo quieren confesarlo con su boca y que aparezca al instante. Pero no será así, porque lo que uno cree con el corazón y confiesa con la boca es lo que recibirá.
Si usted aún no tiene suficiente fe para creer que recibirá el milagro que necesita, entonces no lo recibirá: “la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Así que, empiece a llenar los oídos de su corazón con la Palabra hasta que nazca la fe para su milagro. Eso fue lo que hizo la mujer con el flujo de sangre. Ella creyó en su corazón que Jesús la sanaría, luego lo confesó en voz alta con la boca y después actúo sobre esa fe, y recibió su milagro.
Jesús no fue quien tomó la decisión. Él no dijo: “Creo que hoy haré un milagro en la vida de esa pobre mujer”. Ella fue la que lo hizo realidad al conectar su fe al poder de Dios. Por eso Jesús le dijo: “… hija; tu fe te ha salvado” (Mateo 9:22).
Usted tiene la misma oportunidad hoy en día. El poder de Dios está presente en todo lugar. Su fe conectará ese poder a su vida, a su cue

miércoles, 15 de agosto de 2012

Tomar decisiones


“ENCOMIENDA AL SEÑOR TUS OBRAS Y TUS PENSAMIENTOS SERÁN AFIRMADOS” (Proverbios 16:3)
Dos aspectos fundamentales que recordar cuando tienes que tomar grandes decisiones:
1) Cree que Dios guía tus pasos. ¡Porque es verdad! “Por el Señor son ordenados los pasos del hombre y Él aprueba su camino. Cuando el hombre caiga, no quedará postrado, porque el Señor sostiene su mano” (Salmo 37:23-24). Dios no dijo que nunca caerías. Pero Él prometió levantarte, limpiarte, corregirte cuando fuera necesario y seguir trabajando contigo. Según J.I. Packer: “Después de un momento de triunfo, uno siente que ninguna otra cosa cuenta; después de un momento de aparente desastre, uno siente que es el fin del mundo. Pero ninguno de los dos sentimientos refleja la realidad, porque ninguno de los dos acontecimientos es lo que parece ser.”Entonces, no te agobies, con la gracia de Dios vas a poder enfrentar esas cosas y salir de ellas con más sabiduría.
2) No olvides que Dios puede sacar algo bueno de situaciones adversas. “Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28). Detrás de todos los grandes logros, siempre hubo luchas y contratiempos; y también una fe tenaz para no rendirse. Tras hacer una lista de las muchas adversidades que Pablo tuvo que soportar -al lado de las cuales nuestros problemas parecen insignificantes- el apóstol escribe: “Pero no me importa cuánto haya de padecer…” (Hechos 20.24 CST). ¿De dónde procede una actitud semejante? De saber que Dios está trabajando en ti, contigo y a través de ti. Como Ethel Waters solía decir: “Mi Dios no patrocina a los perdedores.” Pero con Él, nosotros somos victoriosos.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Claro que hay Dios !


Cierta noche, cuando Napoleón regresaba a Francia, después de una expedición a Egipto, un grupo de oficiales franceses comenzó una discusión sobre la existencia de Dios. Ellos estaban en la cubierta del barco que les conducia a través del Mar Mediterráneo. Tomados de un espíritu ateo y descreído, ellos eran unánimes en negar la existencia de Dios. Decidieron, entonces, pedir la opinión de Napoleão que se mantenía pensativo y callado. Al oír la pregunta: “¿existe un Dios?” él levantó su mano y, apuntando para el firmamento estrellado, contestó: “¿Caballeros, quién hizo todo aquello?
Sí, ¿quién hizo el Cielo y todo cuanto en él hay? ¿Quien creó los mares y las montañas? ¿Quien creó las flores en sus variados tonos y matices? ¿Quien creó el hombre y todo lo demás que gira a su alrededor?
¿Quien creó el amor y fue capaz de ofrecer a Su Hijo para que los hombres tuviesen vida abundante? ¿Quien creó la fe y la esperanza, capaces de hacer al angustiado soñar con días mejores y grandes victorias? ¿Quien creó la felicidad y la donó a todos los qué creen?
¿Quien nos dio la oportunidad de tener buen ánimo, ya sea delante de grandes aflicciones? ¿Quien prometió estar a nuestro lado, cuándo nos sentimos tristes y solitarios? ¿Quien nos llamó de amigos, garantizando que nos daría a conocer toda la voluntad del Padre?
Muchos no creen en la existencia de Dios y no tienen el confort de una palabra amiga en las horas de angustia.Muchos caminan sin Dios y no saben para donde van y ni se llegarán a algún lugar. Muchos no tienen a quien orar, no tienen una Palabra para oír, no tienen una esperanza para calentarlos en las horas frías de frustración.
Muchos no tienen a quien alabar, no tienen a quien gritar gloria y aleluya, no tienen a quien agradecer despues un día agobiante de trabajo.
Tengo alguien a quien dirigirme para todo eso. Tengo mi Dios. ¡Cómo soy feliz!

sábado, 4 de agosto de 2012

Jesús nos enseñó a orar correctamente. Primera parte

“…ORARÉIS ASÍ: PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS…” (Mateo 6:9)
Jesús nos enseñó a orar así:
1) “Padre nuestro que estás en los cielos.” Al decir “Padre”, estás reconociendo que eres “familia”, que tienes una relación especial con Dios, la cual te permite acudir a Él en cualquier momento, con la seguridad de que eres amado, aceptado y favorecido. Cuando dices “en los cielos”, no puedes ir más arriba. Vas a recibir lo que necesitas de la fuente inigualable de bondad, gracia, misericordia, provisión, protección y autoridad. ¡Qué privilegio tan grande!
2) “Santificado sea tu Nombre.” Deberías tener presente en todo momento este pensamiento: ‘Que todo lo que haga hoy, Señor, ya sea de pensamiento, palabra u obra, te honre a Ti.” Las personas que nos observan, inspiradas por nuestro comportamiento, deberían desear conocer a Aquél a quien servimos.
3) “Venga tu Reino” (Mateo 6:10). Cada vez que te niegas a ti mismo y obedeces la voluntad de Dios, estás demostrando a los que te rodean lo que significa vivir como ciudadano de su Reino. Fijémonos en las palabras: “como en el cielo”. ¿Tienen duda o temor los habitantes del cielo? ¿O hay allí desobediencia, testarudez, crítica o negativismo? Cuando el enemigo traiga algo a tu puerta que es contrario a la voluntad de Dios, tienes la autoridad de levantarte y decir:‘Si esto no se hace en el cielo ni es aceptado allí, tampoco tendrá lugar en mi vida de la tierra.’ Cuando estés tentado a desobedecer, no aceptes ese paquete ni firmes el recibo. Satanás no quiere que seas consciente de que Dios te ha dado autoridad para restringir sus movimientos en tu vida.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Caminando en La Luz de la Palabra de Dios


Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. – Salmo 119:105
Mientras viva por la Palabra de Dios, nunca más tendrá que estar en la oscuridad. Nunca tendrá que sentirse confundido en cuanto a que trayectoria tomar. Nunca tendrá que caminar a ciegas, luchando por encontrar su propio camino.
¿No es eso magnífico? ¿No se emociona al saber que la Palabra de Dios le dará toda la luz que necesita cada día de su vida, si se lo permite?
Edifique su fe en esa Palabra y renueve su devoción a ella mientras hace la siguiente confesión:
“Padre, en el nombre de Jesús, me comprometo a andar en tu Palabra. Reconozco que tu Palabra es la integridad misma: firme, segura y eterna; y confío mi vida a tus provisiones”.
“Tú has enviado tu Palabra a mi corazón. Dejo que more en mí ricamente en toda sabiduría. No se aparta de mi boca; medito en ella de día y de noche para que pueda actuar diligentemente en ella. Tu Palabra es una semilla incorruptible que reside en mi espíritu, y crece poderosa¬mente en mí ahora, produciendo tu naturaleza, tu vida”.
“Te agradezco, Padre, que tu Palabra es mi consejera, mi escudo, mi adarga, mi arma poderosa en batalla. Es una lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino. Endereza mi camino delante de mí, y nunca tropiezo o caigo pues mis pasos son ordenados por tu Palabra”.
“Reconozco las estrategias y los engaños de Satanás y les pongo un alto al declarar con mi boca tu Palabra en fe”.
“Estoy seguro, Padre, que Tú produces en mí tanto el querer como el hacer por tu buena voluntad. Exalto Tu Palabra. La tengo en mucha estima y le doy el primer lugar en mi vida. Con seguridad y confianza declaro que mi corazón está firme y establecido en el fundamento sólido, la Palabra viva de Dios. ¡Amén!”
Salmo 119:89-105