jueves, 31 de mayo de 2012

Sacúdete el polvo


Si, quizá no han sido tus mejores días, quizá todo iba bien hasta que tropezaste y caíste al suelo y por alguna razón no quieres levantarte.

Nunca te imaginaste estar en esta posición, antes veías a otros y no creías cómo había sido posible que tropezaran de esa manera, pero ahora, el protagonista eres tú, ahora tú eres quien tropezó y realmente no encuentras como poder levantarte.

Quizá lo que antes juzgabas, hoy lo vives y es duro, sí y lo es porque te sientes avergonzado, te siente inmerecedor de Dios, crees que tu fallo, tu tropiezo no es perdonable, eres muy duro contigo mismo, sin antes pensar en que Dios no te juzga de la manera que tú mismo lo haces.

Para Dios no es una sorpresa lo que te ha pasado, Dios no está avergonzado de ti, porque si Él se avergonzara de cada uno de nuestros tropiezos entonces estaríamos perdidos, pero lejos de avergonzarse de nosotros, nos busca, nos levanta con amor y nos da nuevas oportunidades, las cuales deberíamos aprovechar.

El salmista escribió lo siguiente en el Salmo 119:25 “Estoy tirado en el polvo; revíveme con tu palabra” (Nueva Traducción Viviente). El salmista reconocía en el momento que estaba viviendo, pero al mismo tiempo comprendía que solo Dios y su palabra podían darle vida y animarlo.

Pueda que hayas tropezado, sin embargo eso no significa que todo está perdido, eso no quiere decir que ya no hay nada más para ti, la Palabra del Señor dice lo siguiente acerca de lo que Dios puede hacer en tu vida: “Levanta del polvo a los pobres, y a los necesitados, del basurero” Salmos 113:7 (Nueva Traducción Viviente).

miércoles, 23 de mayo de 2012

Somos libres de la maldición


Cristo nos redimió de la maldición de la la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero). Gálatas 3:13

Usted sabe lo que pasó: Satanás, en forma de serpiente, se le acercó a la esposa de Adán y la engañó para que desobedeciera a Dios. Pero Adán no fue engañado, sino que hizo lo mismo que ella.
Ese día, cuando Satanás vino al huerto, no tenía ningún poder. Tuvo que entrar sigilosamente, sin hablar directamente con Adán, sino con su esposa.
Adán estaba allí, y debió haberlo echado fuera. Pero no lo hizo. En vez de eso, descartó el mandato que Dios le había dado e hizo lo que Satanás le dijo que hiciera, y cuando lo hizo, éste se convirtió en su señor.
Al doblar su rodilla ante Satanás, Adán le dio la autoridad que Dios le había dado al hombre. El hizo a Satanás el gobernador ilegítimo de la tierra. Las cosas cambiaron de inmediato. El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres (Romanos 5:12). De repente, la tierra y todo lo que había en ella fueron malditos.
“Entiendo -dice usted-. ¿Vamos a vivir bajo esa maldición el resto de nuestra vida? ¿No había nada que Dios pudiera hacer?”
¡Sí, lo había, y lo hizo! El envió a Jesús. Gracias a Jesucristo Dios nos libró de la maldición (Gálatas 3:13).

Usted fue rescatado del señorío de Satanás en el momento en que hizo a Jesucristo el Señor de su vida. Usted fue redimido de la maldición. No dije que la maldición ya no está allí. Lo está. Usted puede verla a su alrededor. Pero ahora tiene una opción. Usted tiene autoridad sobre ella en el Nombre de Jesús, así que puede resistirla.
Dios ha hecho todo lo que el amor puede hacer. Envió a Jesús para redimirle a usted de la maldición. El resto está en sus manos. Ahora debe hacer suyo lo que ha sido hecho para usted.

Escritura Devocional para leer:
Gálatas 3:13
Texto Bíblico Devotional:
Cristo nos redimió de la maldición de la la ley, hecho por nosotros maldición
(porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).

miércoles, 2 de mayo de 2012

ATRAVIESE LA PARED


Usted está corriendo la carrera que tiene por delante, moviéndose a toda velocidad con la bendición de Dios. De repente, ¡zas! Se estrella contra una pared. Puede ser una pared de enfermedad o de dificultad económica, de fracaso espiritual o de problemas familiares. Pero no importa el tipo de pared, el efecto es siempre el mismo. Lo detiene por completo.
La pregunta es: ¿qué hará cuando se estrelle contra una pared? Usted se sentirá tentado a retroceder y renuciar, pero no lo haga. Dios lo capacitará para atravesar esa pared y proseguir a la meta. No estoy diciendo que es fácil. En realidad es muy difícil. Pero tendrá que perseverar en los tiempos difíciles si quiere progresar en la vida.

Pregúntele a cualquier atleta. Le dirá eso mismo. Si el atleta ha triunfado, sabra de qué se trata. Él ha tenido que entrenarse y prepararse al máximo. Ha sentido que le duele el costado y también los pulmones. Ha tenido calambres en las piernas y muslos. Cuando sintió que ya no podía más, escuchó el grito del entrenador: “¡Vamos! ¡Muévete!”

Los atletas le dicen a eso “estrellarse contra la pared”. Es un tiempo cuando el cuerpo dice: “No más, es todo lo que puedo hacer. No puedo seguir. No puedo ir más rápido, me rindo”. Pero el atleta experimentado sabe que “la pared” no es el fin, sino una señal de que está a punto de hacer un nuevo progreso. Si se esfuerza un poco más, volverá a recobrar las energías. De repente, irá más rápido que antes, alcanzará un nivel de excelencia que no hubiera podido alcanzar de ninguna otra manera.

Cuando usted se sienta en la peor condición y el fracaso esté tocando a su puerta, métase en la Palabra de Dios. Quizá medite en un pasaje en particular por días o semanas, esperando recibir una revelación, al parecer sin éxito. Pero de pronto, como la aurora de la mañana, la luz irá en aumento hasta que el día sea perfecto. Usted verá la manera de avanzar. Lo único que tiene que hacer es abrir un agujero en esa pared de problemas, hacer en ella un hoyito con su fe y con la Palabra de Dios. Luego continúe perforando ese hoyo. ¡No se detenga! ¡Y, en breve, las fuerzas de Dios vendrán irrumpiendo con violencia y demoliendo todo obstáculo a su paso! Una vez que eso suceda, usted dejará de ser el mismo. Quedará totalmente convencido. Sólo toma una interrupción como esa para convertirle en un campeón que nunca se rinde y nunca muere.