Si, quizá no han sido tus mejores días, quizá todo iba bien
hasta que tropezaste y caíste al suelo y por alguna razón no quieres
levantarte.
Nunca te imaginaste estar en esta posición, antes veías a
otros y no creías cómo había sido posible que tropezaran de esa manera, pero
ahora, el protagonista eres tú, ahora tú eres quien tropezó y realmente no
encuentras como poder levantarte.
Quizá lo que antes juzgabas, hoy lo vives y es duro, sí y lo
es porque te sientes avergonzado, te siente inmerecedor de Dios, crees que tu
fallo, tu tropiezo no es perdonable, eres muy duro contigo mismo, sin antes
pensar en que Dios no te juzga de la manera que tú mismo lo haces.
Para Dios no es una sorpresa lo que te ha pasado, Dios no
está avergonzado de ti, porque si Él se avergonzara de cada uno de nuestros
tropiezos entonces estaríamos perdidos, pero lejos de avergonzarse de nosotros,
nos busca, nos levanta con amor y nos da nuevas oportunidades, las cuales
deberíamos aprovechar.
El salmista escribió lo siguiente en el Salmo 119:25 “Estoy
tirado en el polvo; revíveme con tu palabra” (Nueva Traducción Viviente). El
salmista reconocía en el momento que estaba viviendo, pero al mismo tiempo
comprendía que solo Dios y su palabra podían darle vida y animarlo.
Pueda que hayas tropezado, sin embargo eso no significa que
todo está perdido, eso no quiere decir que ya no hay nada más para ti, la Palabra del Señor dice lo
siguiente acerca de lo que Dios puede hacer en tu vida: “Levanta del polvo a
los pobres, y a los necesitados, del basurero” Salmos 113:7 (Nueva Traducción
Viviente).
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